La “misión” de un centro deportivo es la prestación de servicios de actividad física y/o deporte, lo cual deberán tener muy claro los dirigentes, pero además deberán tener en cuenta cual es la “visión”, el objetivo que pretende alcanzar la empresa en el largo plazo. Es el “objetivo” deseado por el que hay que trabajar. La visión es la parte del “mercado objetivo” que se pretende conseguir, el resultado deseado en el largo plazo, que contemple miras elevadas en todos los aspectos organizacionales reflejados en la declaración de misión, incorporando el elemento "tiempo" en el que se aspira alcanzar este gran objetivo.
La “visión estratégica” va más allá de prestar un servicio, ya que deberá marcarse un objetivo a medio-largo plazo, que podría empezar por definir el tipo de cliente al que se va a dedicar y cuál es la cuota de mercado a alcanzar. Para ello deberá conocer muy bien la globalidad del mercado en donde está ubicado, demanda (Edades, nivel económico, etc.) y oferta (Centros privados, centros públicos, tamaño, precios, tipo de segmentos a los que atienden, etc.) La “visión estratégica” deberá ser retadora para que pueda motivar directivos y técnicos a trabajar por alcanzarla.
En las empresas, cuando las cosas se ponen difíciles, lo primero que algunos directivos hacen es archivar su “Plan estratégico” y dedicarse a solventar el día a día, empleando como herramienta filosófica de apoyo la muy conocida frase "vamos a ir aguantando hasta que pase lo gordo”, lo cual hará que todo vaya de mal a peor y termine mal.
Paradójicamente, en una crisis, nada más conveniente que tener el rumbo del Centro deportivo claramente definido, saber hasta dónde se aspira llegar, que resultados de mediano y largo plazo se desea obtener, en fin, disponer de una dirección clara que indique el norte hacia la ruta que se planificó.
En tiempos de crisis es sumamente importante tener presente continuamente el “Plan estratégico” y compararlo con la marcha de la empresa, para poder ver las desviaciones a tiempo y corregirlas oportunamente. Darle la espalda a la reflexión estratégica es condenarse al vaivén de los tiempos y el entorno; limitarse a apagar los fuegos pequeños, medianos y grandes que se activan día tras día como parte de la gestión, es reconocer que como líderes tenemos muy poca influencia en el destino y los resultados de nuestra empresa. La planificación estratégica es una obligación que nos enseña el rumbo y el sentido a la gestión. Es un mapa que nos indica por donde debemos ir.
Hay algunos dirigentes deportivos que se “desconciertan” cuando las cosas no salen como las han previsto, y empiezan a hacer cambios compulsivos en la organización, servicios, etc. Cuando las “osas” no salen como se han previsto, es el momento del análisis, la reflexión y la toma de decisiones “sopesadas”.
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