Los últimos cambios económicos
acontecidos a nivel mundial desde el comienzo de la crisis actual, en el año
2007, han propiciado continuas modificaciones del panorama socieconómico y también en el ámbito local. La disminución de la actividad económica, el incremento
del desempleo, y una mayor rigidez en los mercados financieros ha traído
consigo una reducción de los ingresos municipales y limitado el acceso a las
líneas de financiación del sector bancario.
Esta situación nos lleva
inexorablemente al aprendizaje de que cualquier inversión encaminada a la
ejecución de instalaciones deportivas, debe ir acompañada de un plan de viabilidad
de dicha instalación -incluso cuando esa instalación haya sido financiada con
aportaciones públicas de otras instituciones- que nos muestre de forma clara y verosímil
la rentabilidad económica de la instalación. Dicha conclusión se observa en la
realidad de muchas entidades locales, que tienen que soportar unos elevados
costes de mantenimiento y gestión de algunas instalaciones, que a pesar de
contar en su momento con presupuestos para su construcción, ahora se ven
perjudicadas por tener que soportar un gran porcentaje de la partida municipal
destinada al sostenimiento de dichas instalaciones. Por otro lado, tampoco
podemos descuidar aspectos cada vez más demandados por los usuarios/clientes de
las instalaciones deportivas, como es el nivel de calidad en el servicio
prestado.
Con todo ello la pregunta indispensable
con la que comenzaba el texto de este debate que plantamos es: ¿Qué podemos hacer
para mantener la sostenibilidad económica de nuestra organización deportiva?
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